La Base
de Guantanamo Bay
Miguel Concha, OP is
a Dominican friar and Co-Promoter of Justice, Peace and Care of
Creation in Latin America
A
cuatro años de que el gobierno estadunidense comenzara
a utilizar la base de Guantánamo como prisión, la
sociedad internacional no deja de manifestar su indignación
y reclamo de que ese centro de violación de derechos fundamentales
sea cerrado para siempre. El 14 de febrero pasado se filtró
a los medios de comunicación el contenido de un informe
de 50 hojas que un grupo de expertos presentará a la Comisión
de Derechos Humanos de la ONU en Ginebra. De acuerdo a la información
disponible, el grupo exige el desmantelamiento de ese centro de
detención, y que todos los detenidos sean llevados ante
tribunales independientes o liberados "inmediatamente"
por falta de acusaciones formales. Ni tarda ni perezosa la administración
Bush reaccionó como ya es su costumbre en los temas que
tienen que ver con “la guerra en contra del terrorismo”,
negando la veracidad del informe a través del vocero presidencial
Scott McClellan, quien trató de restar validez a las conclusiones
de los expertos, al decir que “desacredita a Naciones Unidas
que un equipo saque un informe sin observar los hechos. El equipo
se basó sólo en presunciones". Esta acusación
tiene su origen en que el grupo rechazó la invitación
que el gobierno les hizo a visitar Guantánamo, porque era
una especie de visita guiada, sin derecho a entrevistarse con
las personas detenidas, ni a actuar con libertad dentro de la
base, lo que vulnera los estándares internacionales existentes
para las visitas a centros de reclusión. Debe tomarse en
cuenta sin embargo que el grupo de expertos había solicitado
acceso total e irrestricto a la base desde el año 2002,
permiso que le fue negado de forma reiterada, y que fueron demoradas
de forma inexplicable por el gobierno de Washington sus visitas
programadas con antelación. La situación infame
de los prisioneros en Guantánamo no es un hecho desconocido
en el mundo. Con el pretexto de la guerra en contra del terrorismo
el gobierno estadunidense ha ideado sofisticadas explicaciones
para violar los derechos humanos de los prisioneros, y la cárceles
de Guantánamo y Abu Graib son sólo los ejemplos
mas plausibles de cómo medidas encaminadas supuestamente
a terminar con violaciones de derechos humanos, han sobrepasado
los límites de la elemental dignidad de las personas. De
acuerdo a un informe llamado “Guantánamo: Vidas Desgarradas”,
presentado por Amnistía Internacional el pasado 6 de febrero,
existen actualmente alrededor de 500 presos de 35 nacionalidades
distintas en Guantánamo, muchos de los cuales han sido
víctima de tortura y malos tratos. Ha habido además
a causa de ello numerosos intentos de suicidio, y el temor por
sus condiciones físicas y psicológicas aumenta día
con día. Este documento es también interesante porque
señala la responsabilidad de las autoridades estadunidenses
en el sufrimiento cotidiano de las familias en todo el mundo de
estos detenidos, cuyas vidas se han visto afectadas de forma irreparable
por la política terrorista de Estado aplicada en esa base.
Guantánamo no es solamente un limbo legal, inadmisible
desde cualquier punto de vista jurídico, sino antes que
nada para los afectados un verdadero infierno, y para todo el
mundo una vergüenza. Dice el dicho que en la guerra como
en el amor todo se vale. Esto no es cierto cuando se trata de
la guerra, pues existen ciertos mínimos en el derecho internacional
humanitario, establecido en los convenios de Ginebra. Entre estos
mínimos está el trato que deben de recibir los “prisioneros
de guerra”. Las personas presas en Guantánamo han
sido clasificados por el gobierno estadunidense como “combatientes
enemigos”, clasificación que no existe en las normas
internacionales, y con ello mañosamente no los hace sujetos
de los derechos consagrados en los tratados de derecho internacional
humanitario y de derechos humanos, a los que está obligado.
La reacción internacional sobre el tema no se ha dejado
esperar, no únicamente entre las organizaciones de derechos
humanos que realizan este tipo de denuncias, sino también
a nivel de los Estados. Tal es el caso de Alemania, que a través
de su Jefa de gobierno, Angela Merkel, recomendó al presidente
Bush que clausurara el centro de detención. De igual forma
el Secretario General de las Naciones Unidas respaldó la
semana pasada la conclusión central del informe de la ONU,
al declarar que los detenidos deben ser llevados ante la justicia
y que el centro deberá de ser cerrado tarde o temprano.
El conocimiento de la sociedad estadunidense de estos hechos,
así como de otros actos que atentan contra la dignidad
de cualquier ser humano, como videos de tortura y desapariciones
forzadas, han tenido como resultado el incremento al repudio al
gobierno de George Bush, y ha generado la impresión de
que en el vecino país del norte hay un gobierno represor
peor que el existente en los tiempos del macartismo.
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